«Con alivio, con humillación, con terror,
comprendió que él también era una apariencia,
que otro estaba soñándolo.»
Las ruinas circulares - Jorge Luis Borges
su deprimente historia contó
y aquel dios a su lado,
que al tanto oírla lloró,
consolando al desdichado:
– «No me cuentes más», le decía,
«de tu maldita suerte»,
y el ángel desventurado respondía:
– «Es tan grande la pena mía
que siento que causará mi muerte.»
El dios se entristeció
y de tristeza sollozó tanto
que cuando el ángel vio
tanto pesar, comprendió
que es gran consuelo el llanto.
Y el ángel infeliz se decía:
«Con pésima suerte nací,
mas hoy encontré alegría:
ya no es tanta la amargura mía
pues hay un dios que llora por mí.»
Imagen: Michal Macku
La compasión por si mismo es la peor tristeza...buen relato, me hizo reflexionar, gracias
ResponderBorrarUn ángel que a si mismo logra consolar la desdicha...
ResponderBorrarBuen poema, felicitaciones!