De la belleza los ojos radiantes
son su mejor atractivo y el que más perdura:
¡solo la muerte mitiga la claridad pura
de esos eternos candiles candentes
del santuario célico de la hermosura!
Cuando los labios y el cabello,
el pecho, la cintura y la tez,
las suaves manos y el cuello
se consuman al atropello
que causa el tiempo y la vejez.
Cuando de la vida pierdas todos sus antojos,
cuando de tu belleza ninguna huella se distinga,
y de la edad sufras sus mayores despojos,
solo quedará un atractivo que no se extinga:
¡solo con vida persistirán tus ojos!
Sobreviviendo triunfantes ellos
mientras con el tiempo se apacigua,
extenderán por lo tanto sus destellos
como entre escombros dos astros bellos,
como farol en una hacienda antigua.
No te atemorices de las arrugas imprudentes
y los años que te faltan vivir no los cuentes;
pues cuando el tiempo caiga en sus abismos,
fascinantes siempre y destellantes,
siempre tus ojos serán los mismos.
son su mejor atractivo y el que más perdura:
¡solo la muerte mitiga la claridad pura
de esos eternos candiles candentes
del santuario célico de la hermosura!
Cuando los labios y el cabello,
el pecho, la cintura y la tez,
las suaves manos y el cuello
se consuman al atropello
que causa el tiempo y la vejez.
Cuando de la vida pierdas todos sus antojos,
cuando de tu belleza ninguna huella se distinga,
y de la edad sufras sus mayores despojos,
solo quedará un atractivo que no se extinga:
¡solo con vida persistirán tus ojos!
Sobreviviendo triunfantes ellos
mientras con el tiempo se apacigua,
extenderán por lo tanto sus destellos
como entre escombros dos astros bellos,
como farol en una hacienda antigua.
No te atemorices de las arrugas imprudentes
y los años que te faltan vivir no los cuentes;
pues cuando el tiempo caiga en sus abismos,
fascinantes siempre y destellantes,
siempre tus ojos serán los mismos.
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: Sergey Vlasov
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