Tan pobre me estoy quedando
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.
Otro viaje - Antonio Machado
Pasó el tiempo de alegrías y de gloria
como una nube que lluvia carga.
Y, en el presente de mi pobre historia,
los recuerdos que guarda mi memoria
tan solo glorifican la verdad amarga.
Las memorias, como fantasmales visiones
que suaves luces de placer derraman,
son la fuente de las inspiraciones,
que escriben sin cesar los corazones
que se buscan, se atraen y se aman.
Y al cruzar escondidas por mi mente
esas sombras misteriosas del pasado,
¡cuántas veces tu nombre dulcemente,
como la compañía de un alma ausente,
increíble consuelo a mi tristeza le ha dado!
¡Para mí, tu memoria es lo que al día
la luz solar que de sus rayos lo baña!
Quererte y recordarte es mi alegría,
pues me une a ti la deliciosa simpatía,
porque la amistad del alma jamás engaña.
Como una estrella, tu nombre es en la historia
de mi humilde e infortunada vida;
y con su luz deleita la memoria
de aquel tiempo en que deseando gloria,
tan solo tu amistad no vi perdida.
Como mi ángel guardián, siempre tuviste
en tus suaves labios algún consuelo;
y al observarme pensativo y triste,
cuando mi escrituras se dirigían al cielo,
tu positividad con mi pesimismo siempre uniste.
¡Por eso con toda el alma te bendigo,
estrella de mi bien, consuelo de mi llanto!
¡Por eso sin cesar sueño contigo
y grata y pura tu memoria abrigo
en mi fiel corazón que te ama tanto!
No todo muere en esta tierra ingrata,
donde las horas que se viven se cuentan
por los sueños que la tristeza nos arrebata:
¡las ilusiones que el dolor nos mata,
como en su cielo, en la memoria alientan!
El recuerdo es la semilla de la vida
cuando uno perdido avanza;
cuando se llora la ilusión perdida,
en nuestro corazón con dolor se anida
la difunta indiferencia de la esperanza.
Las agradables ilusiones ya pasadas,
como en un santuario, en mi memoria viven:
queridas siempre y siempre adoradas,
¡mi recuerdo es el cofre en que –guardadas
sus cenizas de amor– devoción siempre reciben!
como una nube que lluvia carga.
Y, en el presente de mi pobre historia,
los recuerdos que guarda mi memoria
tan solo glorifican la verdad amarga.
Las memorias, como fantasmales visiones
que suaves luces de placer derraman,
son la fuente de las inspiraciones,
que escriben sin cesar los corazones
que se buscan, se atraen y se aman.
Y al cruzar escondidas por mi mente
esas sombras misteriosas del pasado,
¡cuántas veces tu nombre dulcemente,
como la compañía de un alma ausente,
increíble consuelo a mi tristeza le ha dado!
¡Para mí, tu memoria es lo que al día
la luz solar que de sus rayos lo baña!
Quererte y recordarte es mi alegría,
pues me une a ti la deliciosa simpatía,
porque la amistad del alma jamás engaña.
Como una estrella, tu nombre es en la historia
de mi humilde e infortunada vida;
y con su luz deleita la memoria
de aquel tiempo en que deseando gloria,
tan solo tu amistad no vi perdida.
Como mi ángel guardián, siempre tuviste
en tus suaves labios algún consuelo;
y al observarme pensativo y triste,
cuando mi escrituras se dirigían al cielo,
tu positividad con mi pesimismo siempre uniste.
¡Por eso con toda el alma te bendigo,
estrella de mi bien, consuelo de mi llanto!
¡Por eso sin cesar sueño contigo
y grata y pura tu memoria abrigo
en mi fiel corazón que te ama tanto!
No todo muere en esta tierra ingrata,
donde las horas que se viven se cuentan
por los sueños que la tristeza nos arrebata:
¡las ilusiones que el dolor nos mata,
como en su cielo, en la memoria alientan!
El recuerdo es la semilla de la vida
cuando uno perdido avanza;
cuando se llora la ilusión perdida,
en nuestro corazón con dolor se anida
la difunta indiferencia de la esperanza.
Las agradables ilusiones ya pasadas,
como en un santuario, en mi memoria viven:
queridas siempre y siempre adoradas,
¡mi recuerdo es el cofre en que –guardadas
sus cenizas de amor– devoción siempre reciben!
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: The Siren Sound
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