La musa
– Poeta, dime ¿por qué llorar?¿Por qué cuando nos dolemospor nuestras mejillas vemosamargas lágrimas rodar?Si el alma se agita entera,si ella sola es la que siente,¿por qué esa lágrima ardientea nuestro rostro altera?
El poeta
¿Viste, amiga, el viento blando
que se lleva las perlas de tus dolores
y luego las va lentamente depositando
sobre caverna de tus valores?
Así el alma, amiga mía,
solidifica su pasión
y expulsa en su profunda agonía
las perlas del corazón:
El llanto a veces nos calma,
es nuestra cura del sufrimiento
es tan solo un pedazo del alma
que nos extirpa el tormento.
La musa
– ¡Ahora entiendo! Por eso el llantomerma mi pasajero lamento,y por cada lágrima que cae, sientoque va mitigando el detrimento.
El poeta
– Tienes razón, amiga mía;
aunque en nuestra existencia
todo es pesar en la esencia,
y todo es eterna melancolía.
Y cuando pierdes la paz
y emanas afligido lamento
al expulsar tu tormento,
contaminas tu faz.
Amiga querida, no llores
ya que el alma se ve rota,
y cuando el sufrimiento agota
de nuestro pesar los albores:
No intentes, amiga, secar
esas lágrimas de amargura,
que es la peor desventura
sufrir tanto y no poder llorar.
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: BenGoodspeed
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