A Paulina Martínez
– A ver amiga, dime, ¿qué estás haciendo
sola en el bosque? – «Escucho a la naturaleza
y con mi corazón la estoy oyendo.»
– ¿Qué oyes? – «Mi tristeza,
porque en la víspera sombría,
cuando no se escucha nada,
siempre una alma enamorada
percibe una misteriosa armonía:
«¿Jamás en el silencio oíste
esos sonidos misteriosos?
Son los llantos dolorosos
de una alma abandonada y triste.»
– ¡Estás loca! – «Claro, loca estoy,
ya que tengo la mente perdida;
pero detestaría a muerte mi vida
si no fuera como siempre soy:
«Hay dicha en mi amargura,
pero por mí no sientas compasión
ya que no siento en el corazón
el deleite de mi locura.»
– ¿Te gusta ser loca? – «¡Sí!»
– Tal vez la cabeza te lavaron – «¡No…
lloro porque siento en mí
otro engendro que no soy yo.»
– Será solo la imaginación
que ahora a tu cabeza agita.
– «Quizás… pero, ¿por qué palpita
tan agresivo el corazón?»
– Estarás soñando – «¿Esto es soñar?
a pesar de mi padecimiento,
no quisiera que mi sentimiento
pudiera de este sueño despertar:
«¡Yo percibo y oigo diferente
los gritos de una alma que llora,
y ese desconsuelo me enamora,
porque a mi corazón lo hace fuerte!
«El silencio es tan solo un espejo
que nada exhibe en su calma,
pero en él se ve el cruel reflejo
de las tempestades del alma.»
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: kevron2001
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