Debe ser alentador
que un corazón, en verdad,
sepa dar latidos de amistad
entre latidos de amor.
La amistad no sufre de celos
que dejan en el alma huellas;
¿acaso celan las estrellas
al sol que aparece en los cielos?
Su sincera melancolía
solo comprensión atesora;
nunca se entristece, nunca llora,
y si llora, llora de alegría.
Y el amor, su fantasía
siempre se nutre del llanto
porque lo necesita tanto
como la flor el día.
La amistad es tan bella
como el brillo delicado
de un astro, que a su lado
deja brillar a otra estrella.
Y el amor es como el sol,
que no deja, por sus celos,
que iluminen los cielos
otra luz que no sea de su farol.
La amistad es un placer
que en nuestra alma reposa,
ya que es maravillosa
la amistad de una mujer.
Y el amor es un dolor
que a otra alma cela:
por eso el alma anhela
padecer torturas de amor.
¿Qué ocurre en el sentimiento
cuando este pesar le inflama?
¿Por qué disfruta, cuando ama,
de tan horrible tormento?
Es que encendido en emociones
el pecho se aprieta y queja
porque el latido no deja
amor para los dos corazones.
Es que brotan de sus latidos
caudalosos ríos de sangre rojos,
que fluyen del corazón a los ojos
y caen en lágrimas convertidos.
Es que se presta doliente
el razonamiento al corazón,
pues las sombras de la ambición
bloquean la luz de la mente.
Es que en enloquecido anhelo
el suave corazón se endurece;
es que el alma se engrandece
y cree rozar el cielo.
Es que piensa encontrar allí
la infinita felicidad…
Amiga, ¿acaso no es verdad
que el amor se siente así?
Recuerda: su valor
mi corazón a tu corazón fía,
por eso, amiga mía,
yo te entrego mi amor.
El amor, que el destino ha bendito;
el amor, que es verdadero y ciego:
colosal, enorme te lo entrego,
por favor regrésamelo infinito.
Pues tú, que sabes amar,
perfectamente debes saber
donde saberlo poner
para que yo lo pueda encontrar.
Mis palabras no ignores, no,
por favor, mi querida amiga,
y que el destino te bendiga,
como siempre te bendigo yo.
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: Nuhanotion
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