Sigo prisionero,
mi mente sigue en estado de alerta.
Me ha elegido la misteriosa puerta
y ahora busco tu abrigo;
muero, siempre muero,
pero soñando contigo.
***
¿Qué callará tu mirada inocente
que con filosa espada defiendes?
En tus ojos mil antorchas enciendes
pero solo una vela en tu frente.
***
En todos los ciclos te encuentro
y en todos los ojos tristes te miro;
sé que existes en todas las vidas
porque siempre renaces conmigo.
***
Para mi hermano Alial amor de su vida
Cuando el sol se esconde, cuando se oculta el día,
y cuando la noche extiende su manto sagrado,
mi corazón sonriendo te llama con alegría:
¡y tú te asomas en el fondo de la memoria mía,
como una estrella blanca sobre un cielo nublado!
***
La enfermera deliró que dulcemente
la sombra del marinero se acercaba,
y en los sutiles jazmines de la frente,
con su boca de olvidado la besaba.
***
No te prometo ninguna estrella,
ya que cada vez que te bese
en tus labios dejaré mi huella.
***
Fuiste un instante, infinita y ansiosa
por amor hacia mí descendiste;
¡Eres mitad sueño y mitad diosa!
Te amé todo el tiempo que exististe.
***
Mi vida es como otra noche por ser oscura,
pero te pertenece siendo así;
vale más que mi vida toda tu ternura,
ya que entera tú me la diste a mí.
***
Mi pecho es un extenso cementerio
y mi corazón su único ataúd;
cuando lentamente mueras en mí,
ya sabes cuál será tu ínfimo sitio.
***
El individuo que siempre vacila,
corrompe el amor. Aquel que ama en vano
jamás su conciencia estará tranquila:
¡el amor no es un lago, es un océano!
***
Hoy me has dañado, me has matado en vida,
arrastra mi cadáver en la vil memoria tuya
y entierra a tu muerto cuando el sol huya:
¡la noche perdona… pero la conciencia no olvida!
***
Ella, la que a mi corazón había maltratado,
ya se había coronado sobre mis emociones.
Si su arma poderosa fueron sus potentes dones,
¡más honorable que derrotar, es ser derrotado!
***
Te doy por muerta cuando aún no has nacido,
te juzgo por el daño que aún no me has hecho:
fantasía mía, eres solo un falso latido
que engaña al cadáver dormido
que cargo en el pecho.
***
La musa lo amó con la eternidad de una hora,
lo conoció alegre, valiente y caballero;
y por orgullo femenil, traidora,
con un «te estimo» respondió a un «te quiero».
***
¡Mírame y mírame con tus ojos divinos!
Elimina de mi alma toda su tristeza
para que en tus sutiles ojos cristalinos
pueda ver reflejada mi propia belleza.
***
Si al despertar mañana a mi lado sigues
te confesaré justo cuando me mires:
¡qué eres diosa creadora de mi mundo;
sin tu gravedad, soy un astral vagabundo!
***
Los poemas de mi vida son la historia,
sufrimientos de un herido corazón;
y siendo muy tuyo mi adorada gloria,
¡tuya mi vida como mis poemas lo son!
***
Las lágrimas que al brotar
tristes, buscando un consuelo,
son como las aguas del mar,
¡saladas suben al cielo
y dulces son al bajar!
***
Eras en mi mente un colorido y vivo recuerdo,
pero al verte de nuevo le has borrado su color:
tu ahora descolorida faz pudrió en mi memoria
la ya antigua historia de tu ya antiguo amor.
***
Tan alegres las horas vienen,
pero tan tristes las horas se van;
hay momentos que se mantienen,
pero hay recuerdos que nunca se irán.
***
Esos amores mal pagados,
esos afectos mal correspondidos,
son corazones enflorados
pero corazones sin nidos.
***
Qué alegre consuelo alma mía
tienen los dolores terrenos,
¡el pensar que cada día
van teniendo un día menos!
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: Borda
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