Meditanto un instante


Meditando en el silencio del bosque frío
el aire interrumpe con sonido paralizador;
con tranquilo susurro, las aguas del río
escurren sus ondas hidratando la flor.

Las aves duermen calladas en su nido,
los manantiales puros se escuchan batir,
y de la musa que cruza, su gemido
en la distancia se alcanza a percibir.

El lucero resplandeciente sus rayos envía
al bosque, pero a su tapiz no alcanzan a llegar, 
y solo se oye la efímera melodía
de la diosa que recita su precioso cantar.

Su delicada voz hace brotar las inocentes flores
que a la vez esparcen al aire su rico olor,
y en la perfumada espesura, los seres soñadores
en sentimental verso declaran su amor.

De la laguna en las ondas de bello zafiro,
de loto en loto, la musa comienza a caminar
y después más tierno que afligido suspiro, 
su llanto a la distancia se alcanza a escuchar.

Ven, musa, ven, la soledad callada
por siempre fue el alberge donde brotaron
los dulces recuerdos de la época pasada
que en la dicha y en el amor se esfumaron.

Ven, si el desconsuelo en las horas transitorias
acompaña al humano en este mundo,
revivamos de amor nuestras memorias
para mitigar nuestro tormento profundo.

Ven, ya que tus minúsculos ojos bellos
a mi mente este humilde deseo inspira.
Ven, para que a mis ojos colmes con destellos
cuando rinda en tus brazos mi vida.

Quiero en tu pecho reclinar mi frente
y sentir de tu corazón los latidos, 
para disfrutar los anhelos de mi mente 
que en mis insomnios imaginé perdidos.

Ven querida, regresa por favor a tu dueño,
sobre mi frente estampa tu beso angelical;
para cuando despierte de mi profundo sueño,
encuentre entre tu humildad, tu amor real.

Ven, huyamos del mundo, que su agonía
no inquiete nuestra paz; con rumbo incierto
huyamos de las sociedades vida mía,
paz y amor nos ofrecerá nuestro desierto.

Tal como el ave que observa del negro cielo
el escaso rayo que en la superficie se refleja,
agita sus alas, y con veloz vuelo
de la rama y del bosque se aleja.

Es agradable pasar el día
en la soledad silenciosa,
mirando caer, vida mía,
la gota que besa la fresca rosa.

Y es agradable escuchar el ave,
que tranquila y dulcemente
de flor en flor, con canto suave
busca a su pareja ausente.

Y observo como en un suspiro
la brisa suavemente se entrega,
robando a las flores con un respiro,
los aromas que cada pétalo despliega.

Y mientras tu suave cuerpo se reclina
sobre el mío, de tu corazón desecho
extraeré cuidadosamente cada espina
que la flor del pasado clavó en tu pecho.

Y mientras sobre tu cándida frente
imprimo un cálido beso,
te contemplaré sonriente
cuando me veas de tu amor preso.

Si con amor fijas tus ojos en mí,
toda aquella estresante amargura
que en otros tiempos sufrí
se desvanecerá con tu ternura.

Y si ves una lagrima caer
de mis ojos lentamente,
no será una lagrima doliente
si no que será una de placer.

¿Por qué de tus ojos brotó
ese llanto que provoca el tormento?
¿Qué atroz y fatídico pensamiento
doloroso por tu mente cruzó?

¿Por qué cuando el cielo se oscureció
la sonrisa de tus labios fue desapareciendo?
¿Acaso cuando el día se va desvaneciendo
regresa a tus ojos la brisa que el dolor empañó?

Lloremos juntos, qué las lágrimas al brotar 
sean fresca lluvia en este bosque infecundo. 
Ven, lloremos juntos alejados de este mundo, 
ahora que nuestros ojos aún pueden llorar.

Si el porvenir cruel nos une,
del destino sigamos la estrella
y busquemos su brillante huella
hasta hallar un fin próspero e impune.

Hasta ese consuelo nos niega
en su furia la inhumana suerte;
solo el instante repentino de la muerte
logrará nuestras almas reunir.

Atravesaremos el mundo apartados,
vencidos, callados y sin ilusiones;
tal vez en lejanas y remotas regiones
podremos las almas unir, una vez ya olvidados.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: ProCatFox

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